lunes, 7 de diciembre de 2009

Violencia Sexual... recobrando valor.


Ella se mira al espejo deseando no ver su cuerpo. Igual que cuando está en manos de aquel que la utiliza como un objeto, como un botín de guerra; como un vertedero de impulsos agresivos y lacerantes. Ella ha intentado en cientos de ocasiones arrancar su piel lavándola con piedras para ver si así desaparecen el dolor y la humillación. No tuvo oportunidad de escapar, de huir, de defenderse o de morir. Ahí, frente al espejo, desea que el tiempo la convierta en un cuerpo invisible, indeseable… intocable.
Ella recuerda el llanto y la tristeza; le robaron la infancia y la inocencia. Su padre, su esposo, un amigo, un vecino o un desconocido la despojaron de su propio cuerpo y lo envilecieron pero no pudieron arrancar la esencia de su ser.

Ella está en el campo, en la oficina, en la casa o en la calle y, donde quiera que esté, representa un capricho que a fuerza de amenazas, golpes o intimidación, algún hombre consigue para luego arrojarla al olvido o la indiferencia.

Ella es madre, es hermana, es hija, es novia, compañera o esposa pero aún no es Ella la que decide.

Ella es un cuerpo que cada mañana se mueve y que respira pero que hace mucho tiempo dejó de sorprenderse y de soñar. Ella ha dejado de vivir pero su cuerpo está ahí, frente al espejo y trata de sanarlo luego de vestirlo.

Ella intenta cada día recomponerse para continuar. Ella se mira al espejo deseando volver a ver la luz en su mirada y el brillo en su piel.

Ella es cada una de las mujeres que sufren violencia, acoso o explotación sexual.

Ella, se mirará a sí misma y será capaz de ser una mujer libre y llena de vida porque se tiene a sí misma. Reconocerá su valor. Su experiencia la llevará a recobrar la fuerza para encontrar el lugar adecuado, la gente apropiada y otra forma de vivir.

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