martes, 8 de junio de 2010

¿Y el rol de los hombres?

Las mujeres no somos las únicas que vivimos situaciones de violencia y agresión y, para los hombres que quieren hacer cosas diferentes y valoran de forma distinta a sus compañeras o amigas, la vida no es muy fácil. Ellos, al igual que nosotras, viven en un mundo plagado de mensajes en los que su papel de proveedores rudos y agresivos es preponderante para lograr el reconocimiento social, situación equiparable a la que vive una mujer si por convicción propia desea renunciar a la maternidad.
Si para las mujeres el papel de ser pasivas, sumisas, marginadas es un estereotipo que a fuerza de mucho batallar empieza a cambiar, es necesario eliminar también en esta otra nueva visión de mundo el papel impuesto a los hombres de ser –o deber ser- los activos, proveedores y poderosos. Ambas ideas de lo que debe ser cada uno son erróneas y es necesario apartarlas de nuestras prácticas cotidianas.
Mientras sigamos reproduciendo esquemas donde siendo mujeres, nuestra condición va en desventaja. Mientras sigamos defendiendo una cultura en la que se privilegia nacer hombre sobre nacer mujer y repitiendo patrones porque los vivimos en lugar de cuestionarlos e intentar otros continuaremos, durante muchas generaciones, imposibilitados para cambiar.
Para un hombre, igual que para una mujer, las cargas emocionales que nos echan a cuestas pesan y son difícilmente eliminadas por su condición de obvias dentro la vida familiar o laboral. Generalmente lo que se vive no se cuestiona, ha estado ahí por tanto tiempo que ya nadie se pregunta si es correcto o no.
Para muchos hombres, la violencia no es solamente el medio por el cual se mantiene y perpetúa el poder sino una práctica familiar, cotidiana y perversa, que tampoco se cuestiona porque parece tan natural como respirar.
Una familia cuya visión de vida pueda modificarse y descentralizarse de los mensajes “te toca”, “me toca”, “eso te corresponde a ti por ser mamá o por ser papá”, etcétera, estará promoviendo una cultura y una sociedad incluyente en la que se pueda hablar del “nosotros” como una unidad.
Cuando podamos tomar distancia de nosotros para valorar a los demás y valorarnos a nosotros mismos, comprender que los roles o los prejuicios no forman a las personas y que las personas son mucho más que el papel social que desempeñen, estaremos mucho más cerca de cambiar realidades injustas e inequitativas que hoy por hoy prevalecen en muchos hogares y centros de trabajo.

2 comentarios:

  1. esto esta vien grasias por poner esto

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  2. Ya se lo envié a mi esposa,,
    ¡Saludos!

    Atn.
    Everardo Pérez (Avon Comestic manufacturing)

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