Con mucha seguridad has escuchado una o varias historias sobre mujeres que viven relaciones destructivas, es decir, relaciones de pareja en las que es constante y evidente que la agresión (sea ésta física, psicológica, económica, sexual o cualquiera de sus combinaciones), es la característica principal. También, con mucha seguridad, al saber que esa mujer hace poco o nada por salir de tal situación, tu reacción al respecto ha sido de enojo y enfado ante lo que parece una estupidez o una conducta inexplicable.
Lo que explica este tipo de relaciones y la incapacidad para salir de ellas es un proceso que se conoce como codependencia, y generalmente se vive en situaciones en las que existe una relación con familiares adictos al alcohol o a alguna otra sustancia tóxica y que se convierte en algo así como el pegamento que une pedazos rotos o, como en estos casos, a personas con graves deficiencias emocionales. Lo terrible es que es tan eficiente que al momento en que una se completa a partir de la enfermedad de la otra sólo se disuelve después de muchísimo dolor y desafortunadamente no sucede así en la mayoría de los casos; y en otros, cuando se logra la separación, no existe la seguridad de no volver a establecer relaciones destructivas aún con personas diferentes.
Quienes se relacionan de esta manera pueden estar repitiendo patrones aprendidos desde su propia familia en que la falta de atención, la propia disfuncionalidad o el abandono fueron las características con las que se creció. También existe la posibilidad de que, sin contar con historias previas de disfunción familiar, una mujer con baja autoestima y poca valoración de sus capacidades se establezca con un hombre que en principio se haga cargo de ella como quien viene a rescatarla de su mala fortuna; pero que al paso del tiempo (y por sus propias deficiencias emocionales), tampoco establecerá con ella una relación de crecimiento sino una en la que refuerce sus propias necesidades y carencias respecto a ser capaz de poseer algo (tal cual, como un objeto), siendo el hombre macho y fuerte que de este modo se valida frente a sí mismo y a los demás.
Una relación de codependencia prácticamente nunca se resuelve favorablemente mientras no se esté en posibilidades de reconocerla. Saber si te encuentras en una relación así no es tan difícil; pon atención a los siguientes enunciados y evalúa: 1) si estás en una relación en la que no te sientes plenamente contenta; 2) si la ausencia de tu pareja te pone verdaderamente triste o incluso, el solo hecho de pensar en separarse te desmorona; 3) si los celos y la constante vigilancia son características visibles en tu relación 4) si hay una necesidad constante de ser vista, aprobada o valorada por tu pareja; 5) si hay un sentimiento de tristeza y desesperanza porque las cosas no cambian entre ustedes; 6) si crees que tú podrás cambiarlo, él te ha prometido en más de dos ocasiones que así será, no ha cumplido y tú tampoco has mantenido el límite que previamente habías marcado. Piénsalo: si él dice “Te juro que no lo vuelvo a hacer” pero sigue ocurriendo ¿la responsabilidad es suya o de quien le sigue abriendo el espacio para que no cambie? (tú en este caso).
Identificar más de una de estas características como propia de tu relación, indica que puedes estar o, de hecho, estás envuelta en una relación de codependencia que se puede volver destructiva: reconócelo y evítala.
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