viernes, 26 de febrero de 2010

Autonomía... No te escondas detrás del "no puedo"

Decidirte por una forma de ser o de actuar te obliga a renunciar a otra. Responsabilizarte de ti y de tu vida implica que nadie más responderá por las consecuencias de tus actos o por la pasividad/impulsividad de tus acciones.

Ojalá siempre fuera tan claro y la autonomía de las personas dependiera únicamente de cada uno. Sin embargo, en la realidad aparece la interacción con otros. Podemos pensar muy claramente que nuestro objetivo en la vida es uno pero nos encontramos haciendo exactamente lo contrario, siguiendo las voces de otros porque parecen sonar más fuerte.

Amar no significa entregarle nuestra vida a otra persona para que nos haga felices. Cuando así lo hacemos el resultado es el opuesto pes amar no significa aceptar lo que en apariencia se percibe como un “deber ser".

En nuestro esquema, debemos reelaborar aquello que entendimos erróneamente como amor pues el amor no duele ni castiga, no enferma ni condiciona, tampoco excluye, ofende o traiciona. No es egoísmo, no es negligencia, no es hostilidad. El problema es que cuando eso es lo que se ha recibido a lo largo de una vida, es difícil reconocer en otras formas el amor; algo que no conocemos es imposible de nombrar y, más aún, de construir.

Amarte es una necesidad que debes cubrir igual que la de comer o la de dormir. Nadie puede comer por ti o dormir por ti. Por lo tanto tampoco nadie puede amarte en tu lugar. En tu libertad respondes por ti y amas al otro por lo que es.

Dos pensamientos opuestos no pueden suceder al mismo tiempo. Aprovecha esta ventaja para que cada vez que te encuentres pensando en lo que te entristece, deprime o enoja, de inmediato busques un momento o un recuerdo en el que fuiste feliz, te enorgulleciste por algo o solucionaste algún problema. Analiza aquellas acciones que realizaste en función de lograr cosas y trata de repetirlas.

No te escondas detrás del “no puedo”, “es imposible” o “no es mi culpa”. Éstas son frases que te detienen y que, generalmente, te encadenan a otras personas para no enfrentarte a la oportunidad de crecer y ser TÚ MISMA. Pon en tus manos lo que necesitas y suelta lo que no te corresponde cargar: las historias, ideas, creencias o expectativas de otras personas.

viernes, 19 de febrero de 2010

¡Enamórate de ti!

Hoy es un día perfecto para alcanzar uno de esos sueños que parecen imposibles: volver a nacer. Verás que no es tan fácil como suena pero no por ello deja de ser posible. Estoy convencida de que tú y muchas otras mujeres que desean una vida plena y tranquila pueden lograrlo igual que todas aquellas que hoy cuentan parte de su vida como una historia (triste) pero lejana en el pasado y no como una realidad cotidiana.


Pero seamos ambiciosas, ¿qué tal si además de volver a nacer, también te das la oportunidad de amar a alguien?

Piensa que hoy es el día de tu nuevo nacimiento, abres los ojos y miras con extraordinaria sorpresa todo lo que te rodea; en tu cara, la expresión es la de una niña pequeña cuando descubre la magia de la vida y de la naturaleza. Todos los colores, las formas, las texturas y los olores son hermosos. Desde hoy, absolutamente todo lo que conoces, te es tan extraño como fascinante; respiras un ambiente distinto, observas el mundo con una mirada satisfecha y reconfortante.

Sentirás la curiosidad por descubrir todo lo que hay en este nuevo mundo que te rodea y, cuando estés dispuesta a comenzar tu nueva vida y darte todas las nuevas oportunidades que mereces y deseas, descubrirás a una persona cuyo rostro se antojará familiar pero irreconocible. Poco a poco esa persona que te inquieta con tan solo verla (pues te emociona y te acelera el pulso), establecerá un diálogo agradable y respetuoso contigo y se convertirá en tu guía y acompañante en esta nueva experiencia.

Esta persona es maravillosa, fácilmente podrás enamorarte y, cuando esto suceda, nunca más podrán separarse. Su poder sobre ti será como magia que transforma y, cuando en momentos parezcas darte por vencida, vendrá a tu encuentro para inyectarte ilusión y valentía.

Como si no supieras leer o hablar, te enseñará un lenguaje diferente al que hayas conocido antes de hoy: palabras que logren motivarte y darte fuerza, hacerte sentir única e irrepetible. Nunca te hará daño ni tratará de humillarte, no intentará burlarse de ti y tampoco va a competir contigo; crecerá junto contigo. Pero lo más importante es que cuidará de ti como nadie más lo hará. No permitirá que nadie te haga daño y si en algún momento sucediera, estará ahí para darte ánimo, apoyarte e impulsarte para que no te detengas y sigas siempre el camino hacia adelante.

En esta relación no habrá temor al abandono, no habrá heridas que cubrir o que sanar. Te ayudará a dirigir tu vida hacia donde tú quieres que vaya. Desde los primeros momentos, tomará tu vida en sus manos y dependerás absolutamente de sus decisiones; afrontarás las consecuencias de sus actos y le amarás con todo tu ser porque serás correspondida. La gente a tu alrededor notará de inmediato que algo nuevo hay en tu vida y será difícil esconder tus sentimientos.

Hoy, cuando te decidas a nacer, te vas a preparar para el gran encuentro. Abrirás tus ojos para verte en el espejo: tu piel, tus pies, tus manos y tu cabello; te arreglarás para ese encuentro maravilloso, escoge tus mejores prendas, las que te hagan sentir cómoda pero atractiva, sencilla pero elegante. Arregla tu cabello para lucirlo en su esplendor. Maquilla tus ojos, no para esconder la tristeza (recuerda que es tu nacimiento), sino para resaltar su entusiasmo y enmarcarlos como ventanas de tu alma. Ahora parece que de verdad has vuelto a nacer el amor te transforma y te hace brillar. ¡Estás irreconocible!

Y, por cierto, ya que tienes el espejo a la mano, acércate un poco más y observa con cuidado, ahí justo frente a ti ¿le has visto? ¡Por supuesto! ¡Eres tú! Esa persona de quien habrás de enamorarte en tu nueva vida eres tú. Por eso puedes volver a nacer y darte la oportunidad de vivir una nueva vida y ser la persona de quien querrás enamorarte desde hoy y para siempre.

viernes, 12 de febrero de 2010

Codependencia: Reconócela y evítala

Con mucha seguridad has escuchado una o varias historias sobre mujeres que viven relaciones destructivas, es decir, relaciones de pareja en las que es constante y evidente que la agresión (sea ésta física, psicológica, económica, sexual o cualquiera de sus combinaciones), es la característica principal. También, con mucha seguridad, al saber que esa mujer hace poco o nada por salir de tal situación, tu reacción al respecto ha sido de enojo y enfado ante lo que parece una estupidez o una conducta inexplicable.


Lo que explica este tipo de relaciones y la incapacidad para salir de ellas es un proceso que se conoce como codependencia, y generalmente se vive en situaciones en las que existe una relación con familiares adictos al alcohol o a alguna otra sustancia tóxica y que se convierte en algo así como el pegamento que une pedazos rotos o, como en estos casos, a personas con graves deficiencias emocionales. Lo terrible es que es tan eficiente que al momento en que una se completa a partir de la enfermedad de la otra sólo se disuelve después de muchísimo dolor y desafortunadamente no sucede así en la mayoría de los casos; y en otros, cuando se logra la separación, no existe la seguridad de no volver a establecer relaciones destructivas aún con personas diferentes.

Quienes se relacionan de esta manera pueden estar repitiendo patrones aprendidos desde su propia familia en que la falta de atención, la propia disfuncionalidad o el abandono fueron las características con las que se creció. También existe la posibilidad de que, sin contar con historias previas de disfunción familiar, una mujer con baja autoestima y poca valoración de sus capacidades se establezca con un hombre que en principio se haga cargo de ella como quien viene a rescatarla de su mala fortuna; pero que al paso del tiempo (y por sus propias deficiencias emocionales), tampoco establecerá con ella una relación de crecimiento sino una en la que refuerce sus propias necesidades y carencias respecto a ser capaz de poseer algo (tal cual, como un objeto), siendo el hombre macho y fuerte que de este modo se valida frente a sí mismo y a los demás.

Una relación de codependencia prácticamente nunca se resuelve favorablemente mientras no se esté en posibilidades de reconocerla. Saber si te encuentras en una relación así no es tan difícil; pon atención a los siguientes enunciados y evalúa: 1) si estás en una relación en la que no te sientes plenamente contenta; 2) si la ausencia de tu pareja te pone verdaderamente triste o incluso, el solo hecho de pensar en separarse te desmorona; 3) si los celos y la constante vigilancia son características visibles en tu relación 4) si hay una necesidad constante de ser vista, aprobada o valorada por tu pareja; 5) si hay un sentimiento de tristeza y desesperanza porque las cosas no cambian entre ustedes; 6) si crees que tú podrás cambiarlo, él te ha prometido en más de dos ocasiones que así será, no ha cumplido y tú tampoco has mantenido el límite que previamente habías marcado. Piénsalo: si él dice “Te juro que no lo vuelvo a hacer” pero sigue ocurriendo ¿la responsabilidad es suya o de quien le sigue abriendo el espacio para que no cambie? (tú en este caso).

Identificar más de una de estas características como propia de tu relación, indica que puedes estar o, de hecho, estás envuelta en una relación de codependencia que se puede volver destructiva: reconócelo y evítala.

viernes, 5 de febrero de 2010

Construye Relaciones de Crecimiento

Las relaciones que establecemos nos construyen, dibujan y enriquecen mucho más que cualquier otra situación de vida que atravesemos. En mayor o menor medida, todas las personas con quienes nos relacionamos dejan parte de su vida en nosotros y, por qué no admitirlo, las atesoramos como si fueran de nuestra propiedad.


Una frase, un gesto, una expresión o una canción, se convierten en disparadores de emociones que envuelven nuestro cuerpo y nuestra sonrisa con momentos extraordinarios de alegría y fascinación y si en ello no hay problema éste empieza cuando nos es imposible asumirnos en soledad y aparece el gran y terrible miedo que nos orilla a establecer relaciones superficiales o dañinas con tal de no estar solas. Misma razón que mantiene a ciertas parejas (tan disparejas como agua y aceite), sin que se decidan a librarse del suplicio pues aún cuando sean más largos los períodos en los que la pasan verdaderamente mal, los instantes amorosos o dulces apaciguan el miedo y negocian todo con tal de evitar el “malestar de la soledad”.

Cada una de las etiquetas que ponemos a otros (como “eres mi vida entera”, la luz de mis ojos”, “mi sol de verano”, “mi noche de estrellas” o “la tibieza de mi piel”) hablan de la representación y peso en toneladas que le damos a las personas y la importancia elevada casi a todopoderosa que les concedemos en función de nuestro supuesto bienestar.

Sin embargo, una relación de amigos, “free”, “amigovios”, pareja, novios, esposos -o cualquiera de los nombres que hoy se le pueden adjudicar a la relación entre dos personas- mientras más dependiente, posesiva y limitante sea, más alejada estará de lo que quisiéramos vivir como una BUENA relación. Nuestra vida es invaluable y como tal debemos protegerla. Depositarla en manos de otra persona es como abrir la puerta de casa a un ladrón o entregar por voluntad propia a un despiadado destructor un cristal y hasta ponerle dedicatoria: “Tuya por siempre”.

Para establecer una buena relación con alguien más es indispensable haber formulado primero nuestras prioridades y nuestros deseos con respecto a un proyecto de vida. Imagina por un momento que alguien deposita en ti la responsabilidad de su bienestar, su felicidad, su integridad o incluso su vida. Ahora piensa en ese evento al que tienes una única oportunidad de asistir pero que la otra persona no puede acompañarte y prefiere (incluso te convence de) que se queden en casa porque tú eres lo único que le interesa en la vida; piensa en los cafecitos que tendrás que cancelar y recuerda que si no estás a su lado le invaden la tristeza o los celos porque no está siendo el centro de tu vida. Poco a poco esta relación se va convirtiendo en una película que más se acerca al terror que al romance.

Así como tú no podrías llevar a cuestas la vida de otros, nadie será capaz de llevar la tuya.

Establecerse en una relación de pareja implica precisamente que ambos construyan a favor de los dos. El crecimiento es cuestión de los individuos. Qué mejor que pensar en que a la felicidad que tú has construido con tu vida se sume otra vida plena. Siendo el caso que ninguna es opacada por la otra, a tu bienestar seguirá uno mejor pero si no hay otra persona tampoco hay dolor ni soledad ni tristeza porque tú estás bien con, sin y a pesar de los demás. Tu responsabilidad con el otro implica el cuidado que tengas de no hacerle daño, de respetarle como persona y como individuo independiente de ti y es exactamente lo mismo que debes esperar de cualquiera a tu alrededor. No importa si es tu padre, tu hermano, tu amigo o tu vecina, el respeto será siempre la mejor amalgama para establecerse en relaciones de crecimiento y no en relaciones destructivas.